Es verano, hay un hermoso día soleado, has dado una larga caminata por el bosque, y ahora buscas un lugar donde refrescarse. Algunos amigos te acompañan, siguen avanzando hasta que ven un claro. Se acercan, y la vegetación comienza a abrirse hasta llevarlos a una playa. Hay rocas, y un lago gigantesco que, saben, es lo que han estado necesitando. Comienzan a caminar sobre las rocas, se quitan las mochilas y la ropa hasta quedar con sus trajes de baños. Algunos se lanzan de inmediato, otros un poco después. Comienzan a festejar y puedes verlos disfrutar dentro del agua. Puedes oírlos gritar e invitarte a sumarte a ellos: ¡Ven! El agua está deliciosa, ¡lánzate! Tú también quieres hacerlo, quieres lanzarte, sumergirte y refrescarte, pero por alguna razón no te atreves a hacerlo aún. Te sientas sobre la orilla de la roca y mojas tus pies. Se ve alto, pero no lo suficiente para ser peligroso. Miras a los demás y piensas: ¡cómo quisiera ser como ellos que pueden lanzarse con tanta confianza y sin temor! Finalmente luego de estar un largo rato, en el borde de esa roca, observando y cuestionando…decides entrar al agua y te sumerges. Entonces ¡wow!, sientes la maravillosa sensación de tu cuerpo dentro del agua, eres liviano, puedes nadar y moverte, puedes disfrutar y refrescarte,…lo que tanto anhelabas.
Esta historia me hace pensar en cuando decidimos entregarnos a Cristo. Hay personas para las que pareciera ser tan fácil, se entregan de lleno al Señor, y se sumergen en el Espíritu Santo. Hay otros que tardan un poco más, y otros que se quedan en la orilla mucho tiempo sólo sumergiendo sus pies. Quizás estos, son los que dicen con su boca aceptar a Jesús como su Señor y Salvador, pero en su corazón dudan. O aquellos que van al culto y realizan actividades que parecen dignas de un cristiano, pero sus corazones no han vivido aún la experiencia de entregarse por completo al Señor.
Muchas veces, yo me he encontrado en esta situación, y puede que tú también. Puede que sea en relación a tu decisión de entregarte al Señor y recibirlo, o en relación a alguna de sus verdades. En muchas ocasiones, el punto gatillo está en nuestra decisión de creer o no creer, lo que Dios nos está diciendo. En si decidimos o no lanzarnos al agua.
Si eres una persona que lucha con la duda, la incredulidad, el temor o la falta de fe, puede que esto no parezca tan sencillo o que incluso sea una de las decisiones más difíciles de tomar, pero no estás solo, no estamos solos. Él está dispuesto, como un Padre amoroso a ayudarnos en el camino de conocerlo, a tomarnos de la mano , ayudarnos a salir de la orilla, para poder conocerlo y sumergirnos en Él.
Versículos de inspiración:
Apocalipsis 3:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.”
Isaías 41:13 « Porque yo, el SEÑOR, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: ‘No temas; yo te ayudo'».
